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Aquí puedes consultar el Plan de prevención del suicidio y manejo de la conducta suicida:

 


Existen muchos mitos alrededor del concepto del suicidio que nos incitan a tener creencias erróneas sobre el suicidio, su prevención y formas de intervención. Vamos a conocer algunos de ellos:

 

 "Hablar sobre el suicidio puede incitar a cometerlo"
 
Esta creencia infunde temor de abordar este tema y nos aleja de quien precisa ayuda. Debido al estigma que existe en torno al suicidio, la mayoría de las personas que contemplan el suicidio no saben con quién pueden hablar.
 
Está demostrado que hablar del suicidio de manera responsable reduce el riesgo de realizarlo ya que preguntar a una persona sobre la presencia de pensamientos suicidas permite aliviar la tensión que supone su malestar y le hace ver que nos importa. Puede darle tiempo para reflexionar y sentir que existen otras opciones.

 

Es importante preguntar, pero lo es más escuchar de forma atenta y sin juzgar, de forma que se perciba un deseo de ayuda genuino. No es aconsejable entrar en discusión o quitar importancia a lo que la persona siente.
 
 
 "Quien lo dice no lo hace y quien lo hace no lo dice"
Esta creencia infunde temor de abordar este tema y nos aleja de quien precisa ayuda. Debido al estigma que existe en torno al suicidio, algunos suicidios se pueden producir sin advertencia previa, pero la mayoría han sido precedidos de signos de advertencia verbal o conductual. Por ello es importante conocer los signos de alarma y detectarlos. Siempre deben tomarse en serio los signos de amenaza o autolesión.
Otra creencia errónea es que quienes hablan del suicidio no tienen la intención de cometerlo. La evidencia nos dice que la mayor parte de las personas que han intentado suicidarse, expresaron su intención con palabras, amenazas, gestos o cambios de conducta previamente.
Hablar del suicidio puede ser una forma de pedir ayuda en una persona que está sufriendo. La mayoría de las personas que contemplan el suicidio se encuentran en una situación en la que no encuentran alternativas. Retarles en esta situación es un acto irresponsable, puesto que la persona se halla en una situación vulnerable y que no dispone de los recursos necesarios para adaptarse a determinadas situaciones.
 
 "Quien se suicida tiene una enfermedad mental"
Aunque las personas con enfermedades mentales se suicidan con mayor frecuencia, muchas no están afectadas por el comportamiento suicida y no todas las personas que se quitan la vida tienen un trastorno mental.
Lo que indica el comportamiento suicida es un gran sufrimiento, pero no necesariamente un trastorno mental.
 "La persona con conducta suicida está decidida a morir"
Toda persona en riesgo de suicidio se encuentra en una situación ambivalente, es decir, con deseos de morir y de vivir. Hablar abiertamente sobre ello, reflexionar y el apoyo emocional puede ayudar a dar tiempo para prevenir la conducta suicida.
 "Sólo la gente mayor y las personas con problemas graves se suicidan, por tanto en la infancia y adolescencia las personas no se suicidan"
A las personas adultas nos cuesta afrontar que el suicidio es una causa de muerte en edades tempranas de la vida. Una cuarta parte de las muertes por suicidio se producen en adolescentes y menores de 25 años. Tendemos a trivializar los problemas en la infancia y la adolescencia, como "cosas de la edad", minimizando el grado de sufrimiento que les puede generar un problema.
 "Quien haya sido suicida alguna vez nunca dejará de serlo", "la persona que se repone de una crisis suicida no corre peligro alguno de recaer"
El mayor riesgo de suicidio suele ser a corto plazo y específico según la situación. Alrededor de la mitad de las personas que sufrieron una crisis suicida tuvieron una nueva crisis dentro de los tres primeros meses. Pero, aunque los pensamientos suicidas pueden regresar, no son permanentes, y quien haya tenido pensamientos e intentos suicidas puede llevar después una larga vida sin que se vuelvan a producir.
Sin embargo, entre el 1% y el 2% de las personas que intentan el suicidio lo logran durante el primer año después del intento y entre el 10% al 20% lo consumarán en algún momento de sus vidas.
No se puede generalizar y la mejor forma de prevenir es hablar sobre ello, escuchar y hacerle sentir apoyo.
 "Sólo profesionales de psiquiatría pueden prevenir el suicidio"
El mito que subyace a esta idea errónea es que hablar con una persona que presenta ideación suicida sin la debida preparación puede ser perjudicial. La evidencia nos dice que acercarse a la persona con una actitud de escucha, con el deseo genuino de ayudar es el primer paso para la prevención.
La psiquiatría y la psicología clínica cuentan con profesionales con experiencia en la detección del riesgo de suicidio y su manejo, pero no son los únicos que pueden prevenirlo. Cualquier persona puede colaborar en la prevención y ayuda a las personas que se encuentran en una situación de crisis suicida. Hablando y escuchando, habremos iniciado la prevención.
 "La mayoría de los suicidios suceden sin advertencia previa"
Aunque es cierto que algunos suicidios se cometen sin advertencia previa, una gran parte vienen precedidos de signos de advertencia verbal o de conducta. Por eso es muy importante conocer los signos de advertencia para poder prevenirlo.
 "El suicidio no se puede prevenir"
El suicidio sí se puede prevenir, igual que los accidentes de tráfico, la violencia de género o los homicidios. Pero para ello hacen falta políticas públicas y planes de prevención. En este sentido, los medios de comunicación pueden ser un valioso aliado en la prevención del suicidio si enfocan correctamente la noticia sobre el tema y tienen en cuenta las sugerencias de personas expertas: publicar señales de alerta de una crisis suicida, dispositivos de salud mental a los que pueden acudir, divulgar grupos de personas en riesgo y medidas sencillas que permitan a la población saber qué hacer en caso de detectar a una persona en riesgo de suicidio.
 "Las personas con conductas suicidas son peligrosas"
Se suele creer que igual que atentan contra sí mismas pueden hacerlo contra las demás, pero el suicidio es un acto autoagresivo, en el que los impulsos destructivos se vierten contra la propia persona.
 "Acercarse a una persona en crisis suicida sin preparación para ello es perjudicial"
Si existen deseos reales de ayudar a una persona en crisis a encontrar otras soluciones que no sean el suicidio, hablando y escuchando, habremos iniciado su prevención.